En muchas ocasiones pensamos que entender de arte consiste en saber de memoria minuciosas listas de pintores; y en conocer densos planteamientos teóricos sobre escuelas pictóricas, estilos, técnicas compositivas... De ese modo, a menudo olvidamos que lo esencial del arte está en el gozo sencillo de la contemplación.
Para recordarnos ese gozo, Fran Nuño ha montado su Museo Deleite (The Galobart Books, 2023). Con ese libro, Fran se suma a una corriente con cada vez más presencia en nuestra literatura: las guías de pequeños placeres. Pero le da a su guía una grata vuelta de tuerca: Cada uno de los sencillos placeres de este libro (jugar al ajedrez, hacer pompas de jabón, asomarse al balcón, leer, pasear bajo la lluvia...) está ilustrado por una pintura. Y uno no sabe muy bien si los cuadros sirven de excusa para recrear cada uno de los gozos; o son los placeres los usados como pretexto para mostrarnos bellas obras de arte. Es un camino que recorremos en dos direcciones, y cualquiera de las direcciones que escojamos es una vía de disfrute.
Los cuadros escogidos son auténticas obras maestras, y no muy conocidas, por lo que uno de los motivos de adentrarnos en esta obra es descubrir pintura maravillosa.
Este libro puede leerse de un tirón, de principio a fin; pero también se puede ir pasando de un capítulo a otro; u hojearlo al azar, e ir encontrándonos con los cuadros, dejándolos que nos sorprendan, deteniéndonos un rato en este o aquel, como quien deambula por una exposición.
No es casual que, al hablar de este libro, aparezcan una y otra vez las palabras placer, gozo, disfrute, deleite.... No desaprovechen esta invitación a degustar todo lo que nos ofrecen el arte y la vida.
"Yo fui feliz en Móstoles" Ese es uno de los versos del poemario Trece veces por minuto. Y, aunque ya decía Félix Grande (y también Sabina) que "donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás", para mí es inevitable volver a la ciudad que es mi hogar desde hace más de una década.
