lunes, 19 de agosto de 2013

PRESENTACIÓN DE LEYENDA URBANA EN CHIPIONA

La poesía no se toma vacaciones en verano. Eso sí, se va a la playa. Así que el viernes 23 de agosto estaremos en el Castillo de Chipiona (Cádiz), justo a orillas del Atlántico, presentando el poemario Leyenda Urbana.
 En principio nos habían cedido la sala de conferencias, pero los técnicos del Ayuntamiento, con muy buen criterio, nos han propuesto usar la balconada: una galería cubierta que da directamente a la playa (el edificio está justo sobre la arena). Así que, en la presentación del viernes, una de las paredes de la sala será el mar. 

PRESENTACIÓN DE LEYENDA URBANA.
CASTILLO DE CHIPIONA, Balconada.
Calle del Castillo, 5.
Chipiona (Cádiz).
Viernes, 23 de agosto de 2013  -  19:30h.

 

jueves, 1 de agosto de 2013

DE VUELTA DE VOCES DEL EXTREMO

De vuelta de Voces del Extremo, mi primera vez en uno de los encuentros poéticos con más recorrido y prestigio. Ya se ha dicho mucho de lo agradable que es convivir con tantos (y tan buenos) poetas, llegados de todas partes, de lo mucho que se aprende escuchando a voces tan distintas (muchas de gran calidad literaria), de lo divertida que es una fiesta de poetas (comer, beber, bailar, reírnos...), así que no insistiré en eso, sino que comentaré mis sensaciones personales.

Me encantó reencontrarme con entrañables amigos de Sevilla, así como con nuevos amigos (que comienzan también a ser entrañables) de Madrid, y ver que son amigos entre ellos. Me hizo mucha ilusión, por ejemplo, ver como Bernardo Santos (al que conocí en el Centro Ángel Leiva de Sevilla) entregaba el premio Corazón Arcaico a Inma Luna (a la que conocí recitando en un bar de Lavapiés).

Cuando llegué a Moguer, llevaba cuatro meses de trabajo duro y estresante, que no sólo me habían agotado físicamente, sino que me habían minado la moral. Llevaba varias semanas diciendo con tristeza que ya no sentía ilusión en recitar en público. Y, en los minutos previos a que me llegara mi turno, sentía un estado de nervios que me revolvía el estómago. Pero, cuando salí a recitar, al verme rodeado de un público atento y cariñoso (del que formaban parte alguno de los nombres más destacados de la poesía actual), en un lugar lleno de encanto (el patio de la casa de Juan Ramón), las palabras empezaron a salir solas, y volví a sentir eso de que recitar para los demás tiene algo de fascinante. Volví a mi silla a punto de echarme a llorar, repitiendo una y otra vez, como si estuviera borracho, dos frases: "Me encanta recitar en público" y "Lo otro es lo que hago, esto es lo que soy".

La presión laboral casi consigue arrebatarme la poesía, pero Voces del Extremo me la ha devuelto.