Desde que nació mi sobrina Haizea, en mayo de 2015, casi todos los poemas que he escrito han estado dedicados a ella. Aparte de servirme de musa, es mucho lo que he aprendido de esa niña, y mucho más lo que espero aprender. Los versos que le escribo no son más que una forma, posiblemente torpe, pero llena de cariño, de agradecérselo.
Y estos son dos de esos poemas:
COMO AGUA DE MAYO
La sequía duraba ya demasiado:
las albercas estaban llenas de polvo,
de huesos rotos,
de escrituras notariales.
Y entonces, Haizea.
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VIDA
Hoz que empuña el hortelano,
zahorí que halla agua entre las zarzas,
haz de leña que alimenta hogueras,
hazaña, hechizo,
héroes que zarpan
hacia nuevos horizontes,
azahar florecido,
así la vida,
con hache y con zeta
como tu nombre.
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