El pasado sábado estuve en Lucena
(Córdoba), en la presentación de la antología “Náufragos en Saigón” -de la que formo parte-, que tuvo
lugar en el Salón de los Espejos del Círculo Lucentino, un suntuoso espacio
decimonónico.
Fue un acto sencillo y entrañable, con algunos
de esos pequeños desajustes que ponen muy nerviosos a los organizadores pero
que dan encanto a lo que se hace. Al final del mismo, se rindió un pequeño
homenaje sorpresa al director ejecutivo de la asociación, Manuel Guerrero
Cabrera.
De la presentación del sábado me
traigo algunas reflexiones concretas:
-Durante el acto se proyectaron
fotos de distintas actividades de la Asociación durante los últimos años,
y me di cuenta de que salía en muchas de
ellas, y conocía a casi todos los que aparecían, lo cual me hizo pensar que,
aunque no pertenezco formalmente a la asociación, me siento “saigonista” (como
ellos se llaman) de corazón.
-Fue para mí un orgullo que, como
parte del acto, Manuel Guerrero recitase (o, mejor dicho, interpretase)
acompañado a la guitarra por Manuel Delgado, mi poema “Ambiciones”.
-Fue igualmente un orgullo que me
invitasen a participar en el homenaje a Manuel Guerrero, uno de esos grandes
amigos que la poesía me ha proporcionado, y uno de los tipos más activos y
comprometidos con la cultura que he conocido.
-Ver tanto entusiasmo por el
activismo cultural en los miembros de Naufragio (la mayoría de los cuales está
entre los veinte y los treinta años) me hace pensar que -frente a eso que se
dice con demasiada frecuencia de que los jóvenes no se comprometen con nada-
hay una juventud inquieta, implicada, con ganas de trabajar, con amor por la
cultura, que nos va a dar muchas alegrías y muchas lecciones.
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